Hoy Domingo desperte con una sensación extraña en mi corazón, despertaba con una sonrisa y sintiendome bien, me acorde que se celebra el día del padre, bueno que puedo contar de mi papá no es el mejor padre del mundo, ni califica para un premio, pero bueno es lo que me toco y no me voy a cagar de onda por eso. Pero tengo dos imagenes que me dejaron más contento aún y les conpartire una.

Habíase una vez un niño que lo único que quería, era ser maquinista de un tren, en las noches soñaba que viajaba por cordilleras, desiertos, valles, florestas, saludando con su silbato a todos los pasajeros, lugareños y almas que iba conociendo en este viaje, en cada estación, en cada parada, en cada ocasión que podía conocer a alguién, lo invitaba a subir a su tren. Una vez en una navidad cuando tenía seis años su padre le regalo una caja, entre los dos abríeron la caja y cual fue la sorpresa de ese niño al ver que en su interior había un tren de verdad y no era cualquier tren, se prendían las luces de los vagones y hasta hechaba humo, enseguida lo armaron alrededor del árbol de navidad y el perro, el guacho le labraba tanto que ya se locomia, el padre y el niño se quedarón mirando aquel tren, talvez por una única vez ambos estaban en ese pequeño tren e hicieron ese pequeño viaje sin retorno, juntos, en ese momento el corazón de aquel niño ya estallaba de alegría, le obligaron a irse a la cama sin antes prometerle que el tren estaría allí cuando despertara y así fue.

Este no es un cuento triste, al contrario, en este hecho se centra y se basan gran parte de mis convicciones. Cada vez que algo pasa miro ese momento y puedo ver a ese niño, con su padre y su perro, me reconforta, me sosiega y después ................ya veremos.


Un fraterno saludo a mis amigos que son padres y Feliz Día viejo, donde quiera que estes.